El fin de semana, la noticia
sobre el capo narco más importante del mundo, o al menos el más conocido de los
que hoy manejan el negocio del narcotráfico, el “Chapo” Guzmán, volvió a dar la
vuelta al globo. Esta vez fue debido a otro sorprendente escape cuando lo acorralaban
las fuerzas de seguridad mexicanas.
Los principales diarios del
país reflejaron la noticia, que se ubicó entre las más leídas del día. El
asunto del narcotráfico y los capos narcos, es un tema que nos llama mucho la
atención. No por nada la serie el “Patrón del mal”, sobre la vida de Pablo
Escobar, tuvo tanto éxito meses atrás. Sin embargo, seguimos viendo el problema
del narcotráfico como algo ajeno, que sucede fuera de nuestro país. 
Esa vieja historia de que
Argentina es solo un país de tránsito, donde supuestamente la droga no se
queda, no debería tranquilizarnos. Primero porque no es cierto: todos los
indicadores demuestran el crecimiento en el consumo de drogas, sobre todo entre
los jóvenes argentinos. En segundo lugar, porque no debería dejar de preocuparnos
ser un país de tránsito para la exportación de drogas, con toda la violencia y
corrupción que traen aparejados los cárteles metidos fronteras adentro.
Es sabido que para que el
narcotráfico pueda tender sus redes en un país, es necesaria la complicidad con
el poder político. La función de éste es simple: mirar hacia el costado y poner
los controles más blandos posibles. Eso sí, cada tanto y para disimular, hay
que “encontrar” algún cargamento, como para decir que se está combatiendo a los
narco.   
Si miramos lo que pasó en los
últimos años, está claro que desde el gobierno nacional se hizo todo lo posible
para que este negocio prosperara. Por un lado debilitaron los controles en los
pasos fronterizos donde puede ingresar la droga por vía terrestre al país,
retirando a gran número de efectivos de gendarmería para suplir a la policía en
villas de emergencia o evitar conflictos en el interior. Por otra parte no se
invirtió en radarización, dejando el espacio aéreo libre para los narcos.
Sumado a ello, cuando los jueces federales de las provincias del norte, a
través de la Cortes Suprema, pidieron mayores recursos para avanzar con las
causas vinculadas al narcotráfico, solo obtuvieron el silencio como respuesta. 
Pero todo salió a la luz con
el famoso triple crimen de General Rodríguez, cuando fueron encontrados en un
zanjón asesinados Sebastián Forza, Leopoldo Bina y Damián Ferrón. Un mes antes
hubo un ajuste de cuentas entre narcos colombianos a los tiros en el
estacionamiento del Unicenter en Buenos Aires. La disputa por el negocio de la
efedrina estaba a flor de piel y empezaba a mostrar su cara más violenta. 
Actualmente el gran comercio
pasa por las drogas sintéticas, siendo una de las más populares la meta anfetamina,
cuyo componente fundamental es la efedrina. La Sedronar, Secretaría de
Prevención de la Drogadicción y Lucha contra el Narcotráfico, que debía
controlar las importaciones de esta sustancia, hizo todo lo contrario. De un
poco más del mil empresas que había registradas en este organismo para importar
efedrina entre 2002 y 2003, pasaron a ser alrededor de seis mil. A su vez, el
país pasó de importar 3,5 toneladas entre 2004 y 2005 a 41 toneladas entre el
2007 y 2008, es decir 11 veces más! Encima, de estas 41 toneladas, solo 270
kilos salieron legalmente del país. Sin embargo a nadie del gobierno le llamó
la atención.
Es fundamental terminar con la
connivencia política para poder empezar a desactivar las redes de narcotráfico
en nuestro país. No es un problema del futuro, es del presente. Generaciones
enteras se pierden ante el flagelo de la droga, los crímenes se vuelven más violentos
por el uso de estas sustancias, que a su vez generan mayor número de delitos
por su adicción y la necesidad de acceder a ellas.
Estamos a sólo unos días de
elegir a un nuevo presidente. Todo indica que la disputa estará entre Scioli y
Macri. Sin embargo, si tengo que ser franco, hace unos meses que, más que la
elección presidencial, me preocupa quien será el gobernador del distrito en el
que habita casi el 40% de la población del país. Es que el candidato del Frente
para la Victoria, es nada más y nada menos que el actual Jefe de Gabinete
Aníbal Fernández, acusado por los principales imputados en la ruta de la
efedrina y por uno de los hermanos de las víctimas del triple crimen, como el
jefe político del negocio de la efedrina. 
Aníbal sería el personaje a
quien se apodó la “Morsa”, el que daba protección política para llevar adelante
el tráfico de efedrina hacia el país y su triangulación al exterior con los cárteles
de México. Ya en el 2008 lo había denunciado Graciela Ocaña, cuando era Ministra
de Salud, y a principios del 2004, Elisa Carrio, que fue tratada prácticamente
de loca. 
Hoy, algo que años atrás sería
impensado, puede ocurrir. Un candidato como Aníbal Fernández, con una imagen
altamente negativa, pero que va pegado a la boleta de Daniel Scioli, está muy
cerca de ser el próximo gobernador de la provincia de Buenos Aires. Con un
poder judicial desprestigiado, corrompido en muchos de sus ámbitos, y teniendo
en cuenta los vínculos que Aníbal tendría con la Justicia, es difícil imaginar que
una vez en el poder sea juzgado.  
El hombre acusado desde
múltiples fuentes de ser el vínculo político con el narcotráfico, podría tomar
el poder del distrito más grande del país. Si esto no nos preocupa como
sociedad, si este personaje es elegido, habremos entrado en un pozo difícil de
salir.  

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